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domingo, 27 de mayo de 2012

Una canción para la Magdalena



Magdalena es la protagonista femenina del musical "Más de 100 mentiras". La actriz que le da vida se llama Guadalupe Lancho. Una chica bellísima por fuera y, después de saber algo más de ella, creo que puedo decir que también es bellísima por dentro.  Humilde y generosa, cuando le dije que pensaba que no iba a acceder a ser entrevistada por mí (supuse que tendría compromisos mucho más importantes y poco tiempo libre), porque yo no era nadie, me dijo: "¿Y quién soy yo? ¿Por qué no iba a querer?

Así que, después de trabajar el sábado, se levantó pronto para atenderme, dejando de hacer otras cosas en su mañana libre para acudir a nuestra cita. Cosa que siempre le agradeceré.

Aunque cuando la conocí, en el mes de febrero, ya me dio la impresión de que era muy atenta y amable con todo el mundo, así que tampoco me sorprendió su reacción.



Puede que algunos todavía no le pongáis cara, pero seguro que sabéis quién es, ya que ha participado en muchas series, películas, obras de teatro y musicales. Entre las más populares se encuentran las series "Aída", "Los Serrano", "La familia Mata", "Águila roja", "Hospital central", "Lex", "CLA", "Herederos", "Física o química" o"Génesis".



También ha participado en TV-movies como "Flor de mayo", "Alfonso de Borbón" o "Carmina";



Además, hemos podido verla en películas como "Evelyn"  o "Lo contrario al amor"



Y como es una actriz todo-terreno, ha actuado en obras teatrales como "Cats", "Víctor o Victoria", "My Fair Lady" y "Más de 100 mentiras".






Ahora que ya le hemos puesto cara, pasemos a la entrevista:


Mery: ¿Qué o quién tiene la culpa de que seas actriz?

Guadalupe: Yo creo que hay que retrotraerse cuando eres pequeño.  Cuando eres pequeño realmente tienes la pureza de que eres lo que realmente quieres ser. Y yo de pequeña quería ser artista, pero me dio por cantar y bailar, porque mi madre era profe de música. Actuar, nunca. Lo que pasa es que eso va inherente. Estás en el cole y estás actuando en teatros y todo esto.

Cuando yo iba al instituto, era de la generación de “Fama” y de “Flashdance”. Entonces, si yo tuviese que buscar un culpable para que yo tuviese eso latente, te diría esas dos y “Noches de sol” de Baryshnikov. Las veía y decía: "Mira, yo quiero ser así".



Mery: ¿Qué hace que dejes el Derecho para dedicarte a la interpretación?

Guadalupe: La mala suerte. Lo que a raíz de hacer el musical de Sabina llamo los “benditos malditos”. Los “benditos malditos” puntos negros de la vida. Y qué bien que hayan sucedido, porque siempre son una oportunidad de aprendizaje y de cambiar de rumbo. En mi caso ha sido de una manera traumática, porque ha sido como muy convulsiva, siempre. Pero siempre que ha sucedido eso y me he parado a escuchar es porque tenía ahí un cambio de rumbo.

Mi bendito punto negro cuando vine a Madrid siendo abogada es que no encontraba lo que yo quería, que era trabajar en organizaciones internacionales, multinacionales, siempre con una idea muy romántica de lo que era la justicia. Yo eso, en la realidad del mercado, no lo vi. Es más, me asocié con abogados que no eran ningún ejemplo de ética, todo lo contrario. Y me dije: “yo no he estudiado para esto”.

Entonces rompí con todo para empezar un nuevo ciclo vital, aprendiendo nuevas cosas, despacio. Y me vino.  Como cantaba y bailaba, audicioné para un musical, me cogieron, y a partir de ahí me dije: “yo tengo que saber interpretar” . Y ahí fue cuando me apunté a la Escuela de Cine.



Mery: ¿Si no hubieses sido actriz, habrías seguido ejerciendo como abogada o  te habrías dedicado a otra cosa?

Guadalupe: Pues es que he cambiado tantas veces de deseo... Ahora, a estas alturas de mi vida pienso: “¿hubiera sido abogada?”  Yo estudié derecho y ejercí un par de años. Pero yo creo que hubiera cambiado igualmente, hacia otra cosa, no lo sé. Son ciclos y, si te escuchas, la variedad da como para muchas vidas.

Mery: Te gusta participar en proyectos sociales de manera desinteresada, ¿qué sientes al colaborar en ellos?

Guadalupe: En un momento de mi vida se rompió un ciclo y no sabía muy bien por dónde tirar. Había visto a la gente de la Fundación Psico Ballet de Maite León, que me había fascinado hacía como 15 años, y me había conmovido muchísimo. Entonces les llamé, me entrevistaron, y buscamos cuáles de mis talentos podían tener una utilidad para ayudar a los demás sin que los beneficios reviertan directamente en mí sino en ellos. Es decir, que tengan una utilidad,  no sólo que me paguen hacer lo que sé hacer. Y me dí cuenta de que con mi ser podía hacer muchísimas cosas. Me aceptaron, estuve 3 años de voluntaria y ya estoy en la Fundación colaborando. Y estoy feliz.


Mery: Te hemos visto de secundaria en muchas series y películas. ¿Para cuándo un papel protagonista?

Guadalupe: Yo sólo pido trabajo. Me gusta hacer personajes interesantes, me da igual que el papel sea grande o pequeño. En la última peli mía que se ha estrenado, “Lo contrario al amor”, tengo un personaje secundario, pero creo que es una de las almas de la peli.  No me importa hacer un prota si la oportunidad que tengo de encarnar a un personaje con alma es clara. No tener papeles protagonistas es un hecho circunstancial del mercado. Somos muchísimos actores y hay carreras que van por un lado y hay carreras que van por otro. Pero, ¿quién tiene una carrera ahora mismo? Cuatro grandes y ya. Es seguir pedaleando. La paradoja de esta profesión es que, si la gente no te ve en la tele, parece que no estás haciendo nada. Yo, por ejemplo, no he dejado de trabajar ni un solo día. Pero si no sales en la tele, es como si no existieras. A veces pasa lo contrario, que la gente te dice: “no paras”. Y es porque están poniendo una y otra vez reposiciones de algo que hiciste hace años.
Por ejemplo en el teatro… una temporada pueden ser, como ahora, casi 300 funciones. Si buscas la fama y no te llega en la función 5 piensas ¿para qué seguir?


Mery: Te hemos visto en bastantes papeles de chica fácil. ¿Crees que la gente te encasilla en ese papel?

Guadalupe: He hecho de puta, puedes decirlo (risas).  La respuesta es sí, aunque creo que la palabra “encasillar” no está bien elegida, y eso lo aprendí de un director de casting. Empezaron dándome papeles de prostituta y otros papeles prototipo de “tía buena”. Pero es que yo no me puedo pelear con mi propia fisonomía, ni con la energía que en principio parece que doy.  Mi obligación como actriz es saber transformarme y saber convencer a un director de casting de que puedo transformarme. Entonces, como te decía antes, no me importa que me den papeles enanos siempre que sean de otra cosa. Yo al principio tenía un problema con esto, porque quería demostrar que podía hacer otras cosas, y un director me dijo: “reconciliate con tu perfil, porque éste es el que te está dando de comer ahora mismo. Ya tendrás oportunidad de crecer, de ser mayor”. Es más, yo ahora tengo otra edad y me empiezan a llamar de otras cosas. A lo mejor ahora me vienen papeles más interesantes. Yo no podía hacer de madre, porque no se lo creían. He hecho mogollón de cortos y de cosas rarísimas, pero porque me apetece explorar otros territorios. Hay que reconciliarse con uno mismo. No utilizar la palabra “encasillar”, sino decir: “bendito sea mi cuerpo, que me ha empezado a dar de comer” . Reconozco que tuve problemas con esto, pero porque la primera que se reducía era yo. Pero al menos tenía un perfil. Lo chungo es que no te vean de nada.


Mery: ¿Qué es lo mejor y lo peor de la profesión?

Guadalupe: Quizá lo mismo. Lo que es lo mejor también es lo peor. Para mí es la inestabilidad, pero es que esa inestabilidad nos da vida. Es lo que hace que nos movamos. Nosotros estamos entrenadísimos para la situación actual, porque ahora muy poca gente tiene un contrato estable y está todo el mundo paralizado pensando: “¿qué va a ser de mí el mes que viene?”. Pues nosotros vivimos con esto constantemente. Entonces estás más alerta en desarrollar modos de vida.

También el propio hecho de vivir el arte y construir algo artístico es magia, no se puede casi ni explicar. A veces podemos ser médicos del alma. El hecho de saber a posteriori que estás llegando a gente y ayudándoles a superar su tristeza o sus problemas es muy gratificante. Cuando te lo cuentan a la salida del teatro o en la calle te preguntas “¿eso lo he conseguido yo?”

Lo malo es que toda esa magia se tiñe de la rutina de lo que es un curro, una empresa… Al final es un trabajo.  Y hay que huir de caer en eso, porque si no estás perdido. Por ejemplo en el rodaje de una peli no te da tiempo. Al revés, cada día es estimulante. Es un mes y medio o dos meses, con ensayos previos, es todo muy rápido. Pero una temporada de teatro, que puedes hacer 300 funciones… Tienes que buscar algo que te motive… la ilusión, los compañeros, una mirada de alguien, una risa…


Mery: ¿Cómo te gustaría ser recordada en el futuro?

Guadalupe: Mis logros los veo en mis sobrinos.  Cuando no sabía qué hacer con mi vida y me decían: “puedes ser profesora de interpretación, de música…" . Conozco muchas disciplinas pedagógicas porque me ha interesado y me he formado.

Y yo decía: “yo no sé enseñar nada”. Yo tengo 8 sobrinos y desde pequeños  hasta ahora (que la mayor tiene 15 y la pequeña 4) me he dado cuenta de la influencia que yo he ejercido en ellos: son seres imaginativos, lúdicos, solidarios… Les he dado herramientas. Y yo cuando lo veo en mi pequeño círculo digo: “ya está, yo seré recordada porque he dejado una semilla de una manera de vivir”. Eso lo quiero ir ampliando. En el psico, con las personas con discapacidad. Con mis propios compañeros… Yo casi prefiero trabajar en pequeños grupos de teatro. Yo creo que es eso lo que solicito.

¿Cómo quiero ser recordada? Como una influencia positiva en alguien que puede llegar a ser mejor que yo, que me supere. Y que le digan: “¿y tú, quién tiene la culpa de que seas actor?” Y diga: “mi tía Guadalupe”. O sea, influir en alguien valioso para mí o despertar el algo valioso de alguien. No aspiro a un papel protagonista o a salir en una portada, sino a ver las caras de asombro de mis sobrinos y ver el resultado de lo que es una mínima influencia.

Son pequeñas conquistas a las que a veces no damos importancia. Estás en tu casa, con tus propias nubes negras (que también las tenemos), pero tienes el feedback de la gente que te dice “qué valiente eres, lo has logrado”. Y piensas “¿esto es lo que se proyecta?  Ven valentía, es como decir: “te dedicas realmente a lo que te da la gana”.

Pero el verdadero ejemplo es alguien que tenga una verdadera coherencia personal. En “lo contrario al amor”, Loreto Monedero (mi personaje) tiene una frase que es de mis favoritas: “mi camello es el mismo que el de esos actores comprometidos que van a las manifestaciones y el 5% de lo que pagan en coca va destinado a los desiertos“. Ves mucha gente que aparentemente tiene muchos valores y luego están perdidos y pensando en su propio ombligo. Hay que conseguir una coherencia personal, y eso es un trabajo diario, porque todos los días tienes una duda, un no sé qué, algo que reconducir.




Mery: ¿Qué hay que hacer para que te respeten en esta profesión?

Guadalupe: Hay que ganarse el respeto currando. Currando bien todos los días. Y siendo coherente. Hay que tener prudencia, responsabilidad, entrega…


Mery: ¿Quién crees que es el mejor profesional con quien has trabajado?

Guadalupe: De mis primeros curros recuerdo, en "Aída", a Pepe Viyuela. Excepcional profesional y excepcional persona. Porque está a lo que tiene que estar. A ser una persona creativa y amorosa. Es maravilloso.




Y luego un ejemplo cercano que tengo todos los días y que a mí me ha influido mucho este año  es Juan Carlos Martín, mi compañero. Yo le veo un hombre de este oficio. Es un artesano diario, pero sin darse importancia. Está cuando tiene que estar y cuando no, no hace alardes de nada. Es totalemente lúdico, responsable, amoroso, tierno… Yo creo que un actor especial es también una persona especial (aunque no siempre es así).

También Ana Fernández . Trabajé con ella en una peli ("Flor de mayo") y también es una tía muy potente. Pero es que insisto en lo mismo: les conoces trabajando con una coherencia y una solidez… y luego como personas también son maravillosos.


Mery: ¿Con quién te gustaría trabajar?

Guadalupe: Me encantaría hacer teatro de pequeño formato, intenso y maravilloso, con toda la hornada que hay ahora de actores de eso.


Mery: ¿Escribes tú misma en tus perfiles de las redes sociales?

Guadalupe: Sí, aunque cuando salgo de trabajar estoy tan cansada que no tengo fuerzas para contestar muchos de los mensajes que me mandan. Hay días en los que hasta a mi madre le digo “hoy no me apetece hablar”.

Yo no manejo mucho las redes sociales, y un día descubrí que en una pestaña que no había visto tenía como 150 mensajes, algunos de ellos de antes de “lo contrario al amor”. Estuve intentando contestar a todos y me pasé toda una mañana. Pero a veces no tenemos tiempo, o estamos demasiado cansados, y hay gente que no lo entiende y que incluso se enfada con nosotros. Aunque no son todos, ni mucho menos. Pero sí que es cierto que, aunque es precioso recibir esas muestras de cariño, a veces contestarlas es desesperante, porque no quieres hacer el feo a nadie, pero realmente no tenemos tiempo para contestar a todo el mundo inmediatamente. Estamos conectados con todo menos con nosotros mismos.


Mery: ¿Guadalupe Lancho es tu nombre real? 

Guadalupe: No exactamente. Mi nombre es Guadalupe Pérez Lancho. Pero en el primer musical que hice me dijeron que tenía que quitarme un apellido. Entonces era o llamarme Lupe Pérez (que me sonaba muy mexicano) o Guadalupe Lancho, y creo que Lancho quedaba mejor.


Mery: ¿Si tuvieras que ir al teatro o al cine como espectador, qué película/obra elegirías?

Guadalupe: Algo que no fuera musical, necesito disfrutar de un buen texto (risas). No soy una espectadora rara, estoy predispuesta para disfrutar, casi siempre. En cine vería algo de Aronofsky, me gusta su psicología. Pero disfruto en general con el hecho artístico.


Mery: ¿Con cuál de los personajes que has interpretado te sientes más identificada y por qué?

Guadalupe: He hecho tantas tías raras que no me puedo identificar demasiado. Magdalena es uno de los papeles más completos y más potentes. Me permite un viaje emocional muy “heavy”. Aparte de que tiene momentos muy divertidos, también. Momentos cómicos y también dramáticos. Puedo trabajar la realidad y también un poco la locura.

Otro personaje maravillosos fue Demeter, de cats. Me permitió sacar cosas maravillosas. Es un personaje que, con el tiempo, deja poso.




Mery: ¿Hay más de Guadalupe en Magdalena o más de Magdalena en Guadalupe?

Guadalupe: Yo estudié en una escuela donde aprendimos a ser honestos con el personaje. Es decir, no puedes teñir el personaje de lo que es tu propio juicio de valor. Entonces ahí sí que lo separas y lo que analizas es cómo piensa y cómo actúa ese personaje para no juzgarlo desde ti. Una vez que ya tienes esa calidad de pensamiento, tu herramienta de trabajo es tu propia emocionabilidad, y ahí el personaje se va a teñir de ti inevitablemente. De tu ternura, de tu agresividad… de todo eso que está en ti. Pero pienso que hay que ser honestos con cómo piensa, cómo actúa un personaje, no tú. Y además eso te permite salir y entrar cuando te da la gana, es decir, no se pierde el punto lúdico de lo que es actuar, para que no resulte una cosa enfermiza y te lleves el personaje a casa.  En inglés, actuar se dice “play”, igual que jugar. Porque realmente estamos jugando a ser quien no somos en realidad. Y si se te va del “play”, estás jodido.


Mery: ¿Dónde te sientes más cómoda trabajando: televisión, cine, teatro…?

Guadalupe: Yo estudié en una escuela de cine y a mí la cámara me pone mogollón. Me parece fascinante el proceso y el resultado. Porque además es una gran labor de equipo. Tu curro depende del iluminador, del sonidista, del montaje final. Yo creo que ahí los egos no están tan expuestos como en un teatro, donde puede darte igual tu propio compañero. Yo creo que el proceso y el resultado de lo que se consigue con cámara es alucinante. Ahora, la realidad de un proceso teatral es también muy estimulante. Es mucho más inmediato todo, tiene el problema de que la rapidez a veces va contra la calidad. Pero eso también es un reto: que tú, con tus propias herramientas de actor, tienes que buscar la perfección en un plazo cortísimo. Son como mini retos. A veces estás diciendo un texto y pensando en otra cosa, porque tienes el personaje tan interiorizado después de tantas funciones… En cámara no puedes hacer eso, porque te registra el pensamiento.  El teatro es un plano secuencia con una toma única, y eso es una barbaridad. O sea, quien puede hacer eso, puede hacer casi cualquier cosa.


Mery: Al cantar, bailar y actuar, yo os comparo con los triatletas ¿te parece una comparación acertada?

Guadalupe: Qué bien, gracias por darte cuenta (risas). Yo opino exactamente como tú. Además, el teatro tiene profundidad, 3 pisos hacia abajo. Así que estamos todo el rato subiendo y bajando escaleras. Así que tienes que adquirir fondo para poder aguantarlo.

Yo, personalmente, priorizo en la actuación. Así que cuando me propusieron hacer este musical me dio un poco de pereza volver a cantar después de un tiempo sin hacerlo. Pero  lo bueno es que Sabina se puede cantar desde otro lugar. Y eso me permite hacerlo desde la actriz. No me importa no poder acabar una frase porque me viene la emoción, porque esa emoción es real. Lo que no quiero es cantar bonito, ni muchísimo menos. Con un respeto al espectador, porque tienes que tener un mínimo de afinación. Pero lo que más me importa es ser fiel a lo que le está sucediendo al personaje en ese momento.


Mery: ¿Cómo llevas lo de ser conocida?

Guadalupe: Es muy bonito, y la gente es muy respetuosa. Aunque es más un fenómeno de las chicas hacia los chicos que al revés.


Mery: Joaquín Sabina dice que no le gusta alimentar las obsesiones enfermizas de algunos de sus fans y por eso no contesta cartas, ni llamadas de telefono. ¿Estás de acuerdo? ¿que relación tienes  con tus fans?

Guadalupe: Mi popularidad no llega a esos niveles, pero sí que es cierto que algunos compañeros, que son mucho más conocidos que yo, están viviendo situaciones de obsesiones enfermizas.  Y es algo que no hay que alimentar. Lo que pasa es que es difícil identificar el caso en un primer contacto. Es muy peligroso.


Mery: Sabina también dice “aquí he vivido aquí quiero quedarme” o “siempre hay un tren que desemboca en Madrid”. Tú, que tampoco eres madrileña, ¿qué opinas de esta ciudad? ¿Te gusta vivir aquí?

Guadalupe: Madrid es la plataforma para que sucedan cosas. Aquí no importa de dónde vienes, ni de qué familia eres, nadie te pregunta ese tipo de cosas.


Mery: Si te perdieses en Madrid, te encontrariamos en…

Guadalupe: Aquí, en Malasaña.


Mery: Conocias la obra de Joaquín Sabina antes de hacer el musical?

Guadalupe: En profundidad, no. Conocía algunas canciones, pero no los sonetos. No sabía de su calidad poética, que es una barbaridad.


Mery: ¿Con qué canción del musical te identificas más?

Guadalupe: "Contigo", me parece una declaración de amor brutal. Brutalmente real.


Mery: El papel en este musical,  ¿vino a ti o fuiste tú a buscarlo?

Guadalupe: A mí literalmente me han buscado. Yo no sabía ni que había audiciones y me llamaron para hacer una prueba. Y aquí estoy.



Mery: ¿Ha participado Sabina en los ensayos para daros alguna indicación?

Guadalupe: Personalmente, no. Pero Pancho Varona, muchísimo. Sabina ha ido 2 veces a ver la función, pero ha sido respetuoso con el proceso y se ha mantenido ahí (y se agradece).Pancho nos decía cómo teníamos que matizar las canciones, respetar las letras… Pero la parte actoral no era su terreno.


Mery: En "Más de 100 mentiras" se mezclan muchos sentimientos: la amistad, el amor, la sed de venganza, la infidelidad, el miedo o cobardía, el egoismo...con cuál te quedas?

Guadalupe: Con la lealtad. Mantener la coherencia personal (del personaje) y ser fiel a uno mismo. Es decir, que lo que dices, lo que piensas y lo que haces está equilibrado. Que no hay falsedad, a pesar de que jugamos a mentir durante toda la obra. Yo he descubierto un sentimiento maravilloso que incorporé en mi personaje y que en los ensayos no lo trabajé de esa manera, que es la compasión por los seres a los que haces cosas o en quienes va a repercutir lo que tú haces . Me gusta currarlo y lo he descubierto aquí, en este musical.

Mery: En este musical hay un duelo de guapos en el que es difícil quedarse con uno solo. ¿Tienes algún favorito?

Guadalupe: Víctor es mi favorito, pero como es mi hermano, no puede haber nada entre nosotros. La verdad es que entre los tres harían el hombre perfecto. Pero entre los tres, restando. (Risas)

Entre los tres, quedándote con su cosa esencial, mágica y maravillosa. Por ejemplo, Juan tiene que ser encantador y con un poder sexual impresionante. Todos tienen que ser espectaculares. Creo que en este musical, la fisonomía es imprescindible. Por eso David dio en el clavo al buscar a estos chicos tan guapos y que son, además, excelentes actores.




Mery: ¿Echas algo de menos en este musical?

Guadalupe: Me hubiese gustado que hubiese más canciones a varias voces, más momentos de encuentro. Porque hay muchísimos solos. Y por ejemplo, el momento de los 4 cantando al final del primer acto, a mí me fascina. Yo creo que es mi momento favorito. Se crea un clima espectacular. Y se podía haber currado más eso. Yo sí lo echo de menos.


Mery: La temporada se acaba el 27 de mayo. ¿"Más de 100 mentiras" dice adiós o hasta luego?

Guadalupe: Es un hasta luego, puntos suspensivos. Pero cuando vuelva será una cosa distinta.


Y hasta aquí llego la entrevista. Por mí me hubiese quedado horas y horas escuchando a esta mujer que creo que podría haberme enseñado muchas cosas. Pero se tenía que marchar. No sin antes recibir su regalo, igual que Víctor. Otra pulsera, para que fuese el mismo tipo de regalo.

Guadalupe me dijo que le hacía ilusión porque nunca le habían regalado nada en una entrevista y me pidió expresamente que, ya que había quedado grabado igual que el resto de la entrevista, lo mencionase en el blog.

Después de eso ya sólo quedaba la foto que inmortalizase el momento. Como Guadalupe y Víctor tenían prisa, hicimos una única foto en la que salimos los tres y también mi hermana, Sara, que fue una gran ayudante a la hora de contactar con ambos actores y preparar la entrevista.


Muchas gracias a los tres por una mañana tan agradable. Me habéis conquistado. 

El hombre del traje gris

                                                                                                                                                                                                         



Aunque es el título del disco, ya que la canción se llama "Nacidos para perder", de quien quiero hablar es de ese "hombre del traje gris" que me cautivó desde que se subió el telón en el estreno de 100 mentiras, momento en el que recitó de manera magistral ese "Benditos malditos" que me dejó con la boca abierta.



Nada tiene que ver con el hombre meláncolico y pesimista de la canción. Este chico derrocha energía y optimismo por los cuatro costados. Su nombre es Víctor Massán. Es un actor con bastante experiencia en el mundo del teatro, aunque para mí era casi un desconocido. Antes del musical, sólo le había visto en su papel de Richi en "Amar en tiempos revueltos".


Pero ha sido todo un descubrimiento. Tanto me gustó su fuerza sobre el escenario que quise entrevistarle personalmente. Y lo he conseguido. Hace unos días pude desayunar con él y con Guadalupe Lancho en la Plaza de San Ildefonso, en pleno barrio de Malasaña. Fue una entrevista bastante larga, por lo que separaré las respuestas de cada actor para que cada uno tenga su rinconcito personal.


Tanto Víctor como Guadalupe coincidieron en que estaban un poco cansados de responder a preguntas sobre el musical "Más de 100 mentiras". Así que, aunque alguna tendría que caer de manera prácticamente obligada, intenté centrarme más en conocerles como personas y como profesionales. Así que aquí os dejo la entrevista de Víctor:



Mery: ¿Qué o quién tiene la culpa de que seas actor?

Víctor: A veces es un poco el destino. Yo creo que uno está llamado a ser una cosa u otra, y si realmente hay escucha, si te escuchas, suceden las cosas para que llegues a donde tienes que llegar. Si no pones bloqueos, si no pones dificultades, si no pones obstáculos, llega lo que tiene que llegar. Y en mi caso, por ejemplo, llega un punto que si te dejas libre y sin obstáculos, llega lo que se ha pedido que te toque. Y yo creo que fue por ahí.

Luego está lo de la visualización. De mayor te ves haciendo cosas y dices: “pero si esto lo hacía yo de pequeño”.  Por ejemplo en mi caso, que me ponía a presentar yo solo en mi casa, o a cantar, o a bailar, y chasqueaba los dedos y se encendían las luces (vamos, eso me imaginaba yo). Pero luego ha ocurrido. Es decir, de pequeño tienes un poder tan grande de visualizar que luego eso sucede, y cuando eres mayor no te acuerdas porque vas como trabajando y vas viviendo un día a día, pero si paras un segundo y miras para atrás dices: “pero si esto era lo que hacía yo de pequeño y lo que había pedido de pequeño”.


Mery: ¿Si no hubieses sido actor, a que te habrías dedicado?

Víctor: A mi de pequeño siempre me gustaba ayudar y de hecho siempre había creído que iba a hacer la carrera de psicología. Pero luego de mayor la he estudiado, quiero decir, la he estudiado por otro método, por la Gestalt. Pero quizá iría algo por las terapias alternativas, que es en lo que he estado metiendo y que después lo he utilizado para la interpretación. Hubiese ido más por ahí, seguro.


Mery: ¿Qué es lo mejor y lo peor de la profesión? 

Víctor: La magia. El tópico ese de que puedes ser muchos personajes . De pequeño sueñas con hacer cosas y cuando las hacer de mayor es como estar jugando. Hacemos lo mismo que hacen los niños cuando juegan: disfrazarse, maquillarse y ser quien no eres, hablar como alguien que no eres tú y diciendo cosas que tú no dirías nunca. Y hacer que el público se lo crea.

También nos acostumbramos a situaciones de inestabilidad laboral y se convierte en una especie de droga. Yo ahora voy a estar 3 meses sin trabajar (que lo agradezco, porque ha sido mucho tute) y los voy a utilizar para hacer cursos, para reciclarme… a hacer cosas que, cuando estás trabajando, o no tienes tiempo o estás tan cansado que no te apetece, porque lo único que quieres es descansar y no hacer nada.



Mery: ¿Cómo te gustaría ser recordado en el futuro?

Víctor: Viendo lo que veo en mi barrio. Cuando mi madre me dice que me ha visto una vecina, o mis amigos, que se han quedado en el barrio y han visto que desde pequeño me he apuntado a clases de danza, de canto… Que pensaban que era un juego y han visto que he seguido adelante, que me he venido desde Barcelona a Madrid yo solo, con 20 años… He ido haciendo cosas que la gente no entendía, pero que ahora tienen un sentido. Y ahora ven que estoy feliz, que estoy contento. Y veo que después de un tiempo hay alguien que me dice que le he ayudado porque le he dado ejemplo para seguir un camino, confiar, seguir hacia delante… Y eso , a mí, es lo que más me alimenta. El que puedas ayudar con tu imagen, con lo que los demás ven en ti. Que puede ser un ejemplo de fuerza, de ilusión. Hay mucha gente que puede pensar “si Víctor lo ha podido hacer, yo también”. Gente que me conoce, que me ha visto. 

Yo vengo de una familia obrera, de un barrio… Y lo he ido consiguiendo poquito a poco, sin ayuda de nadie (tampoco he pretendido que nadie me ayudara). Pero la gente ha visto que cuando tienes ilusión y cuando tienes un objetivo, las cosas salen, y a lo mejor eso les da fuerzas para seguir luchando por lo que quieren.

También la gente que espera fuera del teatro para contarte que ha venido triste y durante la función se ha olvidado de los problemas… Ya está, ya estamos pagados.

Pero para aguantar en esta profesión tienes que levantarte todos los días con un objetivo, el que sea: el estar bien, el hacer algo. Pero me refiero más bien a una cosa del alma. Tienes que tener un objetivo de ver en qué quieres estar hoy y perseguirlo. Y un día funciona, otro día funciona menos, otro día no funciona nada…  pero al final vas cogiendo herramientas para sostenerte de una manera madura.


Mery: ¿Qué hay que hacer para que te respeten en esta profesión?

Víctor: Respetarte tú. Muchas veces queremos que los demás vean en nosotros cosas que nosotros mismos no vemos. No puedo convencer a alguien para que me contrate como galán si yo mismo pienso que soy un horror de tío.  Yo creo que el respeto está en ti mismo, siempre.  Es la única manera de que las cosas perduren, que se hagan maduras y que se hagan fuertes.


Mery: ¿En qué consiste el trabajo de actor cuando uno se baja del escenario?

Víctor: Consiste en algo que muchas veces es difícil para nosotros los actores, que es mantener la disciplina. Estar ahí currando día tras día.  Yo, aunque acabe reventado, voy todos los días al gimnasio y hago mi media hora de meditación. Necesito tener esa disciplina aunque no esté trabajando.  Leer, estudiar, hacer cosas. En esta profesión te pueden dar papeles de cualquier cosa, entonces… ¿de dónde sacas los registros? Pues leyendo, viendo exposiciones de cuadros, películas, hablando con gente… Al final lo sacas de tu propia experiencia, por eso es importante enriquecerla lo máximo posible.  Porque no existe un USB que te lo metes y adquieres la experiencia y los conocimientos necesarios para interpretar a un personaje, sino que es a través de tus cosas más del día a día.


Mery: ¿Quién crees que es el mejor profesional con quien has trabajado?

Víctor: Me viene a la cabeza Roberto Álamo, que estuve trabajando con él en “Urtain”.  Esa concentración y esa disciplina que tenía él en el teatro, y luego aparte era muy buen compañero, muy cariñoso. Y estaba en lo suyo. Era muy respetuoso, si te acercabas a preguntarle algo te ayudaba, pero si no, no te decía nada. Y luego la manera que tiene de trabajar.



Mery: ¿Con quién te gustaría trabajar?

Víctor: En teatro, ahora, con Miguel del Arco, que está ahora pegando muy fuerte porque está haciendo cosas muy chulas. Trabaja muy bien el ritmo y trabaja de una manera muy lúdica. Como Andrés Lima, de “Animalario”.

En cine me gustaría trabajar con Isabel Coixet, porque me gusta mucho como crea los personajes. Y luego, así una fantasía... con TimBurton, porque tiene que ser super divertido.


Mery: ¿Escribes tú mismo en tus perfiles de las redes sociales?

Víctor: Sí, escribo personalmente. Y eso que no me gusta mucho el ordenador. Y tampoco tengo mucho tiempo. Entre las funciones, el gimnasio… hay veces que me paso una semana sin llamar a mi madre.

Pero hay gente que se crea unas expectativas sobre nosotros que en ocasiones no son muy sanas. Hay gente que va todas las semanas a vernos, que se imaginan cómo somos, cómo actuamos… Y cómo tendría que ser nuestra relación con ellos. Se creen que nos conocen, pero no es así. Recuerdo, por ejemplo, a un espectador que venía bastante a ver el musical. Un día me esperó a la salida del teatro y me regaló un boli de 6 colores de “Dora la exploradora”. ¿Cómo llegó a la conclusión de que eso me podría gustar? Y lo malo de estas cosas es que algunos se molestan si no reaccionas como ellos esperan. No se ponen en nuestro lugar, no nos comprenden. 

Pero en general, es bonito recibir las muestras de cariño de gente que te admira, o que le gusta tu trabajo. Por eso intento contestar a todos los que me escriben, uno por uno, no con mensajes generales. Aunque, lamentablemente, a veces resulta imposible. Intentamos agradar a todo el mundo y muchas veces nos olvidamos de nosotros mismos, de hacer lo que realmente nos apetece.


Mery: ¿Víctor Massán es tu nombre real? 

Víctor: No, mi verdadero nombre es Víctor Manuel Sánchez Fernández. Pero decidí cambiarlo por algo un poco más comercial. Así que dejé Víctor y mezclé Manuel con Sánchez para crear “Masán”. Después de añadí otra “s” porque una numeróloga me dijo que sería interesante para tener abundancia en el trabajo. Así que lo hablé con mi padre: Ya que me iba a quitar su apellido, al menos que eligiese él. Y le pareció bien. Ahora me siento orgulloso, porque en la profesión hay mucha gente que me llama “Massán”, que es algo que no existía, que he creado yo. Es como mi propia marca.


Mery: ¿Si tuvieras que ir al teatro o al cine como espectador, qué película/obra elegirías?

Víctor: Me gustan mucho los trabajos de Clint Eastwood ahora, porque creo que es arriesgado. A nivel actoral lo trabaja desde algo más profundo y la temática (unas veces más acertada y otras menos, desde mi punto de vista) se arriesga más en explicar algo que tiene más que ver con el fondo humano.


Mery: ¿Con cuál de los personajes que has interpretado te sientes más identificado y por qué?

Víctor: Yo creo que cada personaje es muy distinto porque, entre otras cosas, influye el momento de tu vida en el que lo interpretas. Si yo volviese a hacer algún personaje que hice hace tiempo, ya no sería igual, porque ahora tengo más historias, más herramientas, mas experiencias. Y cada personaje está teñido con tu proceso personal. Entonces yo siempre me quedo con el último.

Además siempre, en cada trabajo, aprendes cosas, trucos… Lo que siempre has oído hablar a otros y tú no entendías. Y llega un día en que lo entiendes. Yo por ejemplo he aprendido el tema de la escucha. Ahora, con 35 años, estoy empezando a entender por dónde va eso. Y lo aplico en cosas más técnicas: en cantar, en moverme, en gestionar la energía…

Además, un mismo personaje depende mucho del compañero que te da la réplica. Por lo que te decía del tema de la escucha. Hay compañeros que te miran y sabes que están contigo. Y eso te permite desarrollar cosas, probar… Hay otros compañeros con los que no sientes ese feeling y es más difícil. Están con ellos mismos, no contigo, por lo que tienes que hacer un poco un trabajo doble.
Pero no sólo depende de la persona que tengas al lado, sino también del estado de ánimo, que no es el mismo todos los días. Es difícil hacer lo mismo cuando estás eufórico que cuando estás triste y que nadie lo note.


Mery: ¿Hay más de Víctor en Samuel o más de Samuel en Víctor?

Víctor: A veces desarrollas un personaje que no tiene nada que ver contigo. Pero si lo haces todos los días, si le ponen intensidad, si le pones muchas cosas tuyas, y al final resulta creíble, yo creo que significa que ese personaje también está en ti. Y por supuesto que te influye, porque te hace darle vueltas.


Mery: ¿Dónde te sientes más cómodo trabajando: televisión o teatro?

Víctor: En televisión he hecho poquito. He hecho más teatro. Pero en ambas influye mucho con quién te toque trabajar, qué personaje interpretas… no te sabría decir.

En televisión, por ejemplo, a veces te dan el texto un día antes y tampoco te da tiempo a trabajarte el personaje, aprenderte el texto… como en el teatro cuando llevas 200 funciones.


Mery: Al cantar, bailar y actuar, ¿se os podría comparar con los triatletas?

Víctor: Sí, somos casi deportistas, sobre todo cuando hacemos doblete, que son 6 horas.
Recuerdo que al principio, cuando hago el monólogo y luego la canción, acababa que no podía ni respirar. Pero el cuerpo se va acostumbrando y al final sale.  Por eso también voy al gimnasio todos los días, para adquirir fondo, para no lesionarme… Porque si no tienes un buen fondo físico, estás tan concentrado en poder respirar que no te centras en lo que es la actuación.


Mery: ¿Cómo llevas lo de ser conocido?

Víctor: Es bonito que te reconozcan tu trabajo, y atender a esa gente que nos reclama es parte de nuestro trabajo, también.


Mery: ¿Qué opinión tienes sobre la fama? 

Víctor: Se sostiene más una carrera en secundarios que en protagonistas. Muchas veces es el público el que pide popularidad. El artista busca trabajar y desarrollarse. El público es el que exige muchas veces que sea de una manera o de otra. A veces el público no se pone en nuestro lugar y no entiende lo que significa estar en la profesión, estudiar… Y se creen con un derecho que no existe. El hecho de que te guste un personaje que interpretemos no te da más derecho que el de pagar tu entrada de teatro o cine, o encender la televisión.

Nosotros que llevamos 200 y pico funciones si pensáramos en la fama… Sería super frustrante. Porque la fama no te deja ver el presente, el ahora. No ves que estás haciendo lo que te gusta, ganando un sueldo que te permite hacer cosas…




Mery: Joaquín Sabina dice que no le gusta alimentar las obsesiones enfermizas de algunos de sus fans y por eso no contesta cartas, ni llamadas de telefono. ¿Estás de acuerdo? ¿qué relación tienes con tus fans?

Víctor: Es cierto que hay gente que se obsesiona contigo y llega a tener esquizofrenia. Y algunos hasta se inventan una vida paralela. Y son especialistas en mentir. Tanto que a veces te asustas porque se te va de las manos. Menos mal que mi nivel de popularidad no llega a estos niveles.


Mery: Sabina también dice “aquí he vivido aquí quiero quedarme” o “siempre hay un tren que desemboca en Madrid”. Tú, que tampoco eres madrileño, ¿qué opinas de esta ciudad? ¿Te gusta vivir aquí?

Víctor: Yo cuando oigo lo de “aquí he vivido, aquí quiero quedarme”, siempre me emociono. Porque en mi caso es verdad. Yo, con 20 años, cogí la maleta y  me vine a Madrid. Y no he vuelto a vivir en Barcelona. Y eso que me parece una ciudad preciosa, con oportunidades, con el mar al lado… pero yo estoy un rato en Barcelona y ya necesito volver a Madrid. Porque es una ciudad que siempre te acoge bien.


Mery: Si te perdieses en Madrid, te encontrariamos en…

Víctor: Aquí, en el barrio de Malasaña


Mery: ¿Conocías la obra de Sabina antes de hacer el musical?

Víctor: No, nunca he sido muy sabinero. Pero gracias al musical he descubierto su poesía, que me parece impresionante.  Yo no conocía los sonetos, pero a base de ir estudiándomelos, les he cogido el gusto.

Mery: ¿Con qué canción del musical te identificas más?

Víctor: Con "más de 100 mentiras", por eso de “mas de 100 motivos que valen la pena”. Ese mensaje positivo de que siempre hay algo por lo que vale la pena estar aquí.



Mery: No es el primer papel de maestro de ceremonias que haces. ¿Te gusta ese rol?

Víctor: Como actor siempre te gusta estar en una posición que te permita desarrollar cosas y jugar y tal. Si, desde mis inicios he tenido este tipo de papeles, y tampoco lo he pensado. Pero siempre me los daban. En "Urtain", en "El Molino", en "Cabaret", ahora aquí. Pero ni lo pienso, sólo lo disfruto. Cada maestro de ceremonias es muy diferente y me gusta desarrollar eso. Me resulta curioso que me lo han visto. No es que yo haya dicho “quiero ser maestro de ceremonias” sino que alguien de fuera lo ha visto en mí. Y es algo que me gusta.


Mery: El papel en este musical, ¿vino a ti o fuiste tú a buscarlo?

Víctor: Me buscaron ellos. A mí me vieron en Urtain, que hacia de maestro de ceremonias, y cuando me vio David, el director, pues ya vio que yo tenía ese rol y que podía encajar ahí.


Mery: En "Más de100 mentiras" se mezclan muchos sentimientos: la amistad, el amor, la sed de venganza, la infidelidad, el miedo o cobardía, el egoismo...¿con cuál te quedas?

Víctor: Con la lealtad. Y la fidelidad a ti mismo, a tus principios, a tus amistades.

Mery: Ahora que termina la temporada, ¿qué vas a hacer?

Víctor: Descansar y seguir estudiando, formándome. Los actores nunca paramos. 


Pues espero que descanse mucho, porque se lo ha ganado después de estos meses de durísimo trabajo. 

Como anécdota de la entrevista me gustaría contar el detalle que tuvo Víctor conmigo. Le regalé una pulsera en agradecimiento a colaborar desinteresadamente con este humilde blog. Al ver la pulsera me dijo: "¡Qué chula! ¿Se la puedo regalar a Samuel para que la lleve en la función de esta tarde?" 

La respuesta fue afirmativa, por supuesto. Así que supongo que en la función del domingo 20 de mayo, Samuel llevaría dicha pulsera. Un detallazo por su parte. Así, una parte de mí estaría en la función, aunque yo no pudiese asistir. 


Y hasta aquí llega la entrevista a Víctor Massán. Sólo me queda agradecerle la atención que me prestó y su amabilidad. Utilizar el verbo "ser" sería (valga la redundancia) suponer que conozco a una persona con la que sólo he pasado 2 horas. Así que mejor digo que Víctor me parece un gran actor y mucho mejor persona. 



Esta foto es la única que tengo de la entrevista. Aparte de Víctor y de mí, también están Guadalupe Lancho (la otra entrevistada) y mi hermana, Sara, a la que me gustaría agradecer su ayuda a la hora de contactar con Víctor y Guadalupe, preparar la entrevista y encargarse de la parte técnica de la entrevista. Gracias a los 3 por hacer de la mañana de ese domingo un rato maravilloso.

Despedida



La última función de "Mas de 100 mentiras" ha empezado hace unos minutos. El cartel del "Darling's" se enciende por última vez. Han sido muchas funciones y los actores necesitan descansar.




Cuando acudí al estreno ya sabía que la obra no iba a estar en cartel eternamente. Pero a pesar de eso, no puedo evitar sentir un poco de tristeza. Sólo un poco porque, cada vez que pienso en lo bien que lo pasé las 2 veces que fui, una sonrisa ilumina mi cara. Pero reconozco que pasar por la Gran Vía y no ver ese gran bombín me va a dar bastante penita...



Dentro de un par de horas todo habrá terminado. Aunque a mí me quedan muchas "funciones" en casa, ya que oigo el disco del musical prácticamente a diario. Me he "enganchado", lo reconozco.

Este post no pretende contar nada, ni homenajear a esos grandes profesionales que durante estos casi 8 meses han sacado a diario sonrisas, lágrimas y aplausos de cada uno de los que hemos pasado por el Rialto. No necesitan mi humilde homenaje, algunos de ellos saben lo que pienso porque se lo he podido decir en persona. Así que sólo quiero dar las gracias a un equipo de personas que han trabajado estupendamente y que han conseguido, al menos conmigo, que dentro del teatro se olviden los problemas diarios y se disfrute plenamente del espectáculo. A los que os dejáis ver delante del escenario y a los que están detrás: MUCHÍSIMAS GRACIAS.


viernes, 4 de mayo de 2012

Corre, dijo la tortuga


Esta canción me parece la ideal para expresar lo que pienso últimamente. Cada vez estoy más convencida de que vivimos en el país del absurdo. Y, para apoyar mi teoría, os dejo unas cuantas ideas a las que llevo dando vueltas durante algunas semanas.


La primera que se me viene a la mente es el famoso "Billetazo" del Metro de Madrid. Si nos metemos en la web de dicha red de transporte público, podemos ver que las tarifas del subterráneo son cada vez menos asequibles. Si tenemos en cuenta que los que utilizamos los transportes públicos somos los ciudadanos de clase media para abajo, ¿cómo pretenden que hagamos compatibles estos precios con nuestra economía doméstica? Si suben los precios, que suban los sueldos, las pensiones y las ayudas por desempleo. Si no, vamos a pasar de ser un país de parados a ser un país de indigentes.


Además resulta especialmente curioso que nos tengamos que apretar el cinturón los de siempre, que tenemos que sufrir las cada vez más frecuentes subidas de precio del transporte público mientras que los políticos se resisten a bajarse de sus coches oficiales. ¿Realmente es necesario que España tenga 22 veces más coches oficiales que Estados Unidos? Coches que, además, no son de gama baja, precisamente. Y se da la paradoja de que algunos altos cargos tienen más de un coche oficial. El Sindicato Unificado de Policía denuncia que cada alto cargo del Gobierno (presidente, ministros o secretarios de Estado) cuenta con hasta cinco coches oficiales para sus desplazamientos . ¿Necesitan uno para cada día de la semana? A ver si es que resulta feo repetir "modelito" y no nos hemos enterado...

Queremos ser un país moderno y desarrollado, pero nuestros políticos se parecen más a los caciques de los países africanos más miserables (que se desplazan en sus Rolls-Royce o Bentley) que a los políticos de la Europa "desarrollada" (a los que podemos ver acudir al Parlamento pedaleando). ¿Cuándo veremos aquí a un alcalde cogiendo el metro (como hace el de Nueva York) y a la familia real trasladándose en bicicleta (como hace, por ejemplo, la reina de Holanda)? Al final va a ser verdad eso de que somos un país de vagos. 

Porque, según Esperanza Aguirre, el metro de Madrid es el más barato y el mejor del mundo, pero la verdad es que las únicas noticias que tengo de que esta señora pisa un vagón de metro es durante los trayectos inaugurales con motivo de la apertura de nuevas estaciones. ¡Claro! Es que hay que salir en la foto... Pero luego, en el día a día, a lo mejor piensa lo mismo que este señor... 


Aparte, eso de que el metro de Madrid es el más barato... depende con qué lo comparemos. Como nuestros gobernantes a veces están un poco despistados (cuando, por ejemplo, no saben cuánto cuesta un café), nosotros, humildes y amables ciudadanos, les recordamos algunos aspectos de nuestra vida cotidiana que ellos tienen bastante olvidados.



Cuando vi la publicidad ésta de "Más por menos" pensé: "¿se han olvidado de la comparativa de los sueldos?". Así que, cuando vi estas "correcciones" me alegré de saber que no soy la única que lo ha pensado. Aquí os dejo una interesante reflexión sobre el tema.


Otro tema curioso donde los haya es que nuestro monarca, don Juan Carlos de Borbón, fuese presidente honorífico de una organización medioambiental como WWF España. He oído varias justificaciones sobre este tema:  que si la organización es conservacionista (no animalista) y no está en contra de la caza, que si Botsuana es el país africano con más población de elefantes y otorga permisos para cazar un pequeño porcentaje cada año...

Luis Suárez, responsable del programa de conservación de especies de WWF España, declaraba que, cuando el rey fue nombrado presidente de honor, WWF España conocía su afición por la caza. Al designarlo, buscaban una figura de máxima relevancia política y social en un momento en el que la conservación del medio ambiente no era un tema importante en la sociedad española. Desde mi punto de vista, error de unos al proponer al entonces Príncipe de Asturias para ese cargo, y error del otro por aceptarlo. Porque, aún suponiendo que la caza sea legal y permitida en estas situaciones, ¿una organización para la defensa medioambiental piensa que sus socios van a ver bien que su presidente honorífico sea un señor que caza, entre otras especies, búfalos y elefantes? Creo que es de sentido común pensar que no.


Un tema que me vuelve loca es el de María Dolores de Cospedal y su famosa reducción de la "prueba del talón". Yo ya no sé a quién creer. Unos dicen que antes detectaba unas 15 enfermedades y ahora sólo 3. Otros aseguran que la prueba siempre ha detectado 3 enfermedades, y que lo de ampliarla era una propuesta que nunca ha llegado a ponerse en práctica. Sea como sea, está claro que este gobierno viene recortando, y mucho. La pena es que lo haga, sobre todo, en sanidad y educación. Apoyan el "no al aborto". Pero...¿para qué? ¿para que cada vez haya más niños, pero cada vez tengan menos educación y menos posibilidades de superar enfermedades? Supongo que la derecha, al ser "amiga" de la iglesia, no se cree eso de la selección natural. Aunque ya no es igual que en la prehistoria, cuando el débil, el enfermo o el menos "espabilado" tenían todas las de perder y estaban condenados a una muerte segura (hasta hace no mucho teníamos una sanidad pública que nos cubría bastantes pruebas y tratamientos), se está condenando a las futuras generaciones a una "muerte social", ya que saldrán menos preparados para enfrentarse a la vida (bien por falta de educación o por problemas de salud). Y si recortan tanto, pues que bajen los impuestos, ¿no? ¿Para qué quieren más dinero, si ahora prestan menos servicios? Señores gobernantes, reduzcan coches oficiales y otras cosas innecesarias y mejoren la medicina preventiva, que es la forma más económica de luchar contra las enfermedades.


Por otra parte... lo de las Autonomías suena muy moderno, pero... ¿no dice la Constitución que todos los españoles tenemos los mismos derechos? pues, desde que se derivaron las competencias, parece que no es así. Al menos se deberían establecer unos criterios "nacionales" en las áreas más importantes y necesarias (para mí, insisto, al menos sanidad y educación) para que podamos aspirar a las mismas condiciones de bienestar, vivamos donde vivamos. Porque antes se intentaba que los menos favorecidos tuviesen la calidad de vida y las oportunidades que teníamos los demás, pero parece que a partir de ahora la tendencia va a ser reducir la calidad de vida de la sociedad en general para que no se noten las diferencias entre unos y otros. Es decir, si todos somos desfavorecidos, no hay que hacer esfuerzos por igualar e integrar. Con este panorama, dan ganas de salir corriendo de España.


Cambio de tercio. Paso a una noticia que he leído esta semana y me ha "encantado". Resulta que "el Servicio Público de Empleo Estatal (SPEE), antiguo Inem, obligará a desempleados a presentarse en sus oficinas 'en los días y horas' que se determinen para controlar posibles casos de fraude en el cobro de las prestaciones". A ver, que no me parece mal que haya que demostrar de alguna manera que se está en el paro para cobrar las prestaciones, pero... ¿por qué no obligan a los diputados y senadores a comparecer en las Cortes para evitar sueldos fraudulentos? Y no sólo obligarles a asistir a las sesiones, sino a atender, que ya me gustaría a mí que me pagasen por dormir y navegar por internet (es curioso que en la empresa privada sean motivos de despido y en la Administración se pague a la gente por hacerlo). Señores, un poquito de seriedad...
Recuerdo que en el colegio, tras 3 faltas de asistencia injustificadas, te expulsaban y te abrían un expediente. No sé si ahora sigue siendo así, pero la solución para los alumnos es fácil: "mire, profesor, es que yo no quiero ir a la universidad... yo voy para diputado". Y asunto resuelto.

Y dejo para el último tema el que más me gusta. Hace unos días leo que el abogado de Iñaki Urdangarín ha planteado a la Fiscalía la disposición de su cliente a declararse culpable de los hechos delictivos que se le imputan a cambio de que le pidan una condena inferior a dos años (con lo cual, al carecer de antecedentes penales, no ingresaría en prisión). Además, el Duque de Palma se compromete "generosamente" a devolver el dinero público que salió de Valencia y Baleares. 
¿Saben lo que me parece esta proposición? La versión "picaresca española" del "Halloween" americano: primero el truco (el de hacer desaparecer el dinero) y, cuando les pillan, el trato (devolverlo y admitir el delito para no ir a la cárcel).

Debería ser obligatorio que todas las personas que se apropian indebidamente de fondos públicos tuviesen que reponer la cantidad sustraída (quizá, incluso, con intereses). Independientemente de la posterior condena. Además, para algunos, el gozar de ciertas situaciones de privilegio debería traer consigo unas responsabilidades como, para empezar, la de dar ejemplo al resto de los ciudadanos. Y la justicia debería penalizar al menos con igual dureza las acciones de estas personas con privilegios (si no más duramente, ya que, como digo, son los que nos representan dentro y fuera de nuestro país, y se les recompensa suficientemente por esa labor).
Después he leído que "la Fiscalía no hará pactos con Torres y Urdangarín en plena investigación". Menos mal, porque ya estaba a punto de pensar que estamos todos locos...

jueves, 29 de marzo de 2012

Nos sobran los motivos




Hoy ha sido día de huelga general en esta sala de espera sin esperanza en la que se está convirtiendo España.

“Menuda noticia” pensaréis muchos. Pues bien, tenéis razón. Pero este blog no es un blog informativo, para eso ya hay muchos. El mío es de opinión y, hasta que no pasan las cosas, no puedo opinar sobre ellas.  ¿Y qué tiene que ver la canción con la huelga? Más tarde lo entenderéis.

Las huelgas generales son tan previsibles como el discurso de navidad del Rey, como el último capítulo de un culebrón venezolano, como las declaraciones de un futbolista tras perder un partido.

Los sindicatos suelen exagerar sobre el éxito de la convocatoria y el gobierno suele quitarle importancia al asunto. ¿El resultado real? Pues yo, como Aristóteles, pienso que la virtud está en el término medio. Siempre ha pasado así. Recuerdo las clases de historia del instituto, en las que leíamos crónicas cristianas y musulmanas sobre la Reconquista y parecía que no hablaban de la misma batalla. Esto siempre ha sido así y siempre lo será.

Volviendo al tema, la huelga de hoy, como todas, ha sido un triunfo para unos y un fracaso para otros. Eso tampoco es nuevo.



Si me habéis leído anteriormente sabéis que yo en política no me meto, o me meto lo justo. Apelo más bien al sentido común (que, como bien dicen algunos, es el menos común de los sentidos).

Está claro que la situación de este país es cada vez más insostenible, que hay que hacer algo para que la cosa cambie. Pero… ¿Qué? 

Subir los impuestos sería una opción a tener en cuenta, siempre y cuando los sueldos subiesen al mismo ritmo. Porque si cada vez hay más gente en el paro (muchos sin cobrar ningún tipo de ayuda), cada vez se bajan más los sueldos, y al mismo tiempo suben los precios de los alimentos, la gasolina, el agua, la luz, el billete de transporte público, el IRPF, etc. ¿De qué vivimos? ¿Del aire?

La segunda solución es la de los recortes. Sí, pero no en sanidad y educación, que son muy necesarias las dos. Ya podrían recortar un poco más los sueldos de muchos altos cargos (sobre todo los que ni cumplen con sus obligaciones), en pensiones vitalicias, en coches oficiales y dietas, en teléfonos móviles pagados con fondos públicos… En fin, paro porque la lista puede hacerse casi infinita.

Y si ninguna de las soluciones anteriores vale, ¿cómo lo solucionamos? Pues no lo sé, señores. Ya les digo que yo no me meto en política, y menos en economía. Que lo arreglen los que están cobrando por estar en esos cargos públicos que se supone que se dedican a arreglar los problemas del país.

Vuelvo a la huelga, pero no para hablar de los resultados, sino para hacer una reflexión personal (o dos). Lo primero que me gustaría es que aquellas personas que apoyan las huelgas (sea cual sea el motivo) respeten la opinión de los demás. Los que intentan boicotear de forma violenta a los que quieren ir a trabajar se olvidan de que la huelga es un derecho, no una obligación. Ellos luchan por su libertad de elegir hacer huelga, pero a base de pisotear el derecho a trabajar de los demás. Y eso, señores, no es libertad, es falta de respeto. A mí me parece perfecto que cada uno elija su postura, sea la que sea, pero todos deberíamos respetarnos mutuamente. Si no, estaremos haciendo eso que tanto criticamos a los terroristas: intentar imponer nuestra postura con violencia (salvando las distancias, claro está).

Otra cosa que me llama la atención es que mucha de la gente que hace huelga adopta una posición totalmente pasiva. Me recuerda a las huelgas que hacían los estudiantes en los institutos. Recuerdo ver a mis compañeros tumbados en el parque y preguntarles: “¿por qué es la huelga? ¿Por qué se protesta?”. Ellos respondían tan tranquilos: “No sé, pero por lo menos así no hay clase” .
Esa actitud me molesta. Porque eso se puede justificar en adolescentes irresponsables. Pero no en adultos a los que la madurez “se les supone” (como el valor en la mili). Si quieres hacer huelga para protestar por algo con lo que no estás de acuerdo, estupendo. Pero hay que ser coherentes. Las huelgas no son días de vacaciones, en los que uno se va al parque a tomar el sol o a una terracita a tomarse unas cañas. Porque para eso tenemos la Semana Santa a la vuelta de la esquina. Si se hace huelga es para manifestar un desacuerdo, y para hacerlo de forma activa. Porque, de lo contrario, me parece una ofensa para esos ya famosos cinco millones de parados (o, por lo menos, para muchos de ellos) que cada día se dejan la piel buscando un trabajo que no llega y que es muy necesario para todos. Muchos de ellos darían lo que fuera por conseguir el trabajo que vosotros aborrecéis. Así que, cuando penséis que vuestro trabajo es un asco y que estáis hartos de él, pensad que hay mucha gente que os envidia por el hecho de tener un empleo.

Para terminar de una forma un poco más distendida (me estaba poniendo ya demasiado seria), cojo prestada una foto de hoy que me ha encantado. La han publicado unos conocidos y me ha hecho reír, porque me he sentido identificada. Algunos somos sabineros para casi todo. Hoy me han demostrado que se puede ser sabinero hasta para hacer huelga. Gracias, Luis y Paula ;)


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